Se escapa de la residencia con 91 años para irse a bañar a la playa en plena tormenta

Esta España nuestra, que diría la cantante Ana Belén, no deja de dar sorpresas. Algunas curiosas, felices, inigualables. Como la noticia de que un hombre de 91 años -que no debe de ser un católico practicante- aprovechó que el resto de sus compañeros de residencia de ancianos había emprendido el camino para ir a misa y que el último de la fila se olvidó de cerrar las puerta. Ni corto ni perezoso, Jesús, que así se llama, aprovechó la oportunidad y se largó sin más ni más a una playa de Foz (Lugo). Y como quizás se diera cuenta de que su aventura iba a durar poco, o bien quizás no su agilidad no le permite grandes alardes, el caso es que decidió meterse en el mar vestido y con zapatos. Y eso que ayer, miércoles, el tiempo no estaba para bromas, con una gran tormenta sobre Galicia que dejó inundaciones en otros puntos.

Lo más curioso es que Jesús no fue andando, sino que se desplazó en su silla de ruedas, que aparcó con cuidado, y luego descendió a la arena. Eso sí, demostró que todavía puede dar unas brazadas.

La Guardia Civil lo localizó una vez que se dio la alarma general. Llegó sano y salvo a su residencia, aunque las religiosas que la regentan, con el susto en el cuerpo, lo remitieron al hospital más cercano. Los médicos lo certificaron: Jesús estaba como una lechuga de fresco. Y la merienda no la perdonó, mientras comentaba que había emprendido el corto pero fructífero viaje porque estaba aburrido. Durante 45 minutos su vida fue otra. Y todo gracias a una misa.

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